miércoles, 4 de septiembre de 2013

Un tomate...



o una forma nueva de comer ensalada...

Los que me leéis desde hace tiempo sabéis que soy bastante troglodita. Me comería los bichos con pelo, pezuñas, plumas, pico, patas... En fin...  Verdura, la justa. Ensaladas, contaditas. El A-B-C y algún gazpacho que otro. Últimamente me estoy intentando cuidar un poco más, y variar la alimentación lo más posible. Nos hacemos mayores, qué se le va a hacer...  

Ayer, conversando con mi amiga Ana, cuando llegamos al tema "alimentación" me acabé de dar cuenta de que más allá de los mamíferos de cuatro patas, los bichos con concha y caparazón, los que tienen aletas o tentáculos o los de los picos y las plumas, se abre un horizonte multicolor donde predominan los verdes, los amarillos, los rojos, los violeta...   Y además me dí cuenta también de que no es necesario rehogarlos en alguna grasa POR NORMA. 

Y durante la cena, en la que (sin ser un restaurante vegetariano) Ana acabó llevándome hacia la vegetal inmensidad, dio la casualidad de que el único plato con algo de carne resultó ser el peor. Eso me llevó a apreciar el resto de preparaciones.

La que hoy os traigo es mi versión del plato que más me gustó: un timbal muy parecido a éste, pero menos cuidado en su presentación. 

Y ya sin más, vamos a elaborar este tomate tan particular... 



- Tomates de rama de tamaño mediano
- Queso Arzúa (o el que más os apetezca) preferiblemente graso
- Canónigos
- Rúcula
- Albahaca para adornar
- Pesto de nueces
- Olivada

No especifico cantidades, porque dependerá de los tomates que queráis preparar. 

Para el pesto de nueces:

- 5-6  hojas de albahaca
- 5 cl. de Aceite de oliva virgen extra
- 20 grs. Queso Grana Padano o Parmesano
- Sal
- 5-6 Nueces peladas

Para la olivada:

- 170 grs de aceitunas negras deshuesadas (para los amigos, un bote grande escurrido)
- Una cucharadita de alcaparras 
- 7-8  hojitas de romero fresco
- 1/2 cucharadita de tomillo


Lo primero que haremos es preparar el pesto de nueces y la olivada. Tan sencillo como triturar bien todos los ingredientes, tanto en un caso como en el otro. Reservamos. 

Partimos nuestro tomate a mano o a máquina en rodajas regulares de 7-8 mm. Si tenemos un pulso de campeones, a mano. Si tenéis una cortafiambres, os saldrá niquelado. 

Troceamos con un cuchillo finamente la rúcula y los canónigos. 

Vamos a por el montaje. Procuraremos ir colocando las rodajas de tomate más o menos en la misma posición que estaban originalmente, para conservar lo más posible la forma del tomate. 

Y esto es un poco como montar una lasagna...  Capa de tomate, capa de mezcla. 


Aquí una capa de queso Arzúa y pesto de nueces. Bajo ellas, una capa de rúcula-canónigos y olivada. 


Una capa sobre otra... 



El Arzúa tiene su truco para estar tan redondito:  lo he derretido al baño María, lo he dejado caer en montoncitos en una lámina de Silpat (sirve el papel vegetal de cocina) y lo he recortado con un molde. Truquillos... 


Y acabadas las capas (la última es la del rabito del tomate) decoramos con unos "patinazos" de olivada y pesto de nueces, con unas hojillas de albahaca...  

Difícil no es...  tal vez entretenido...  El resultado, muy chulo. 

¡¡¡A disfrutar del mundo vegetal!!!




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