¡¡¡Hola, de nuevo, fogoneros!!!
Hoy os traigo una receta que os
debía… Las fotos andan por ahí en
Facebook, en Twitter, y aún no la he descrito aquí. Imperdonable.
Se trata de unos calabacines
rellenos, sobre una crema de calabacín muy ligera, elaborada con el propio
interior de los mismos. Tal vez es más
un plato de invierno, pero si la dejáis ligerita y no la servís a temperatura
lava volcánica, os va a alegrar una buena cena.
Encima, es una receta bonita, muy bonita.
Son dos recetas, realmente, pero se pueden preparar a la vez si nos organizamos bien.
También he de lamentar la pérdida de la mayoría de fotos de la receta... (andandarán)... Vaya usted a saber...
Ingredientes (para 4 personas)
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2 calabacines grandes
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Media cebolla
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Medio pimiento rojo o verde
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100 gramos carne picada
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Salsa de tomate (previamente preparada) o de
bote. Al gusto.
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Aceite
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Sal
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Pimienta
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Picante (cayena en polvo, tabasco…)
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Queso rallado
Para la crema:
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Las peladuras de los calabacines
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El relleno de los calabacines
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Media cebolla
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Un puerro
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Una patata (mediana)
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30 grs. de mantequilla
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10 dl. de aceite.
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Dos o tres quesitos, o unos 50-60 grs. de un
queso graso/cremoso
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750 cl. de agua
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Sal
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Pimienta
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Nuez moscada (al gusto)
Comenzaremos con la parte del
proceso más complicada: vaciar los calabacines. Necesitaremos un sacabolas. Es
un instrumento en forma de media esfera, parecido a una cucharilla. Si no
disponéis de él, se puede hacer con un cuchillo y una cucharilla normal, pero
entraña más riesgo de romper la pieza. Proceded de manera cuidadosa para no
cargaros los calabacines. Una fisura o un agujero tendrán remedio (uniéndolo
con palillos), pero le quitarán estética.
Limpiamos bien 2 calabacines
hermosotes. A la hora de comprarlos, procuraremos que sean lo más rectos posibles.
En mi caso estaban ligeramente curvados y cortando la base un poco oblicua
también conseguiremos que queden de pie de forma estable. Los vaciamos con en
sacabolas, dejando las paredes más o menos de 3 o 4 milímetros, y una base de
un centímetro (aproximadamente, no os volváis locos con eso…) Si no
os veis con habilidad para apurarlos mucho, más vale dejarlos con paredes más
gruesas que romperlos.
Una vez vaciados, con un pelador
les daremos ese efecto de “camiseta verde a rayas” que observáis en la foto.
Pura estética. Si con un cuchillo queréis “tatuarle” al calabacín “Manolo ama a
Laura”, cual si de un tronco seco se tratase, pues adelante. Bonito detalle
para una cena de San Valentín…
Ahora hornearemos los calabacines
huecos. Los pondremos de pie en una fuente untada con aceite. Una temperatura
de 150 grados unos 40-45 minutos es suficiente. A mí me gusta que el calabacín
quede un poco “all dente” en esta preparación. Si lo queréis más hecho,
utilizad el sentido común y sin convertirlo en un carbón seco e incomestible,
dadle más tiempo.
¿La preparación del relleno?
Facilísima: vuestra salsa boloñesa de toda la vida, con el añadido de la carne
de los calabacines bien picada. Cebolla pochada, pimiento rojo o verde al gusto,
carne picada, pimienta, sal, picante al gusto…
Lo dicho, vuestro típico preparado para los spaguetti que tanto triunfa
en casa…
Mientras se acaban de hornear los
calabacines huecos y dejamos descansar el relleno, preparamos la crema.
Troceamos todos los ingredientes
descritos arriba. No hace falta que sean trocitos como los del relleno. Pueden
ser más bastos sin pegas.
Lo de utilizar la piel del
calabacín es muy personal. Es como utilizar la del pepino. Son buenas,
nutritivas, y en este caso no se nota que son más duras que el resto del vegetal.
Además le dan ese plus de color verde a la preparación. Solo se trata de
sanearlas bien. Son tan comestibles como el corazón de la verdura.
Rehogamos los vegetales en el
aceite y la mantequilla. Sí, así a la vez. Sin miramientos. No os paséis con el
fuego para que la mantequilla no se queme. Si no le tenéis el punto cogido a
dorar con mantequilla, primero derretís la mantequilla a fuego muy bajo, en
seguida agregáis el aceite, y sin que lleguen a calentarse demasiado, agregáis
las verduras y dejáis que empiecen a pocharse a poca temperatura. De esa forma,
no se os quemará nada. Salpimentamos y doramos un poco. Agregamos el agua y
dejamos cocer unos 30 minutos a fuego medio.
Lo que más resistencia producirá será la patata y la cebolla. Podéis ir
probando para que todo esté medianamente tierno.
Si no tenéis experiencia con
cremas (para darle el espesor adecuado), colad, apartad el caldo y empezad a
triturar con un dedo de caldo superando las verduras. Id añadiendo caldo hasta
darle la textura adecuada. Cuando la tengáis, poned la crema al fuego y agregad
el queso hasta que funda, sin dejar de remover. Otro punto bueno es agregarle
nata líquida. El caso es darle un poco de cremosidad.
Y si os sobra caldo, ningún
inconveniente. Es un fondo de verduras muy sabroso para utilizar en otras
preparaciones. Podéis congelarlo y tener un “fondo de armario” para futuras
recetas.
Como veis, todo lo preparado
hasta ahora puede estar listo de antemano. Bien protegido con film transparente
en la nevera, incluso de un día para otro.
Solo queda el toque final.
Rellenamos los calabacines, los
coronamos con queso rallado y los metemos al horno precalentado a 180º unos 10
minutos, o hasta que funda el queso y se dore un poco.
Presentamos en un plato con una
base de crema de calabacín, a la temperatura que queramos (yo la pondría
templadita ahora en verano) y con una porción de calabacín encima.
Y receta terminada.
Sé que son dos en una, pero sois
chicos listos y sabréis cuándo utilizar una receta, cuándo la otra, y cuándo,
como en este caso, utilizar las dos.
¡¡¡Disfrutad, fogoneros!!!
Por cierto, ¿alguna otra
sugerencia de presentación? Ahí lo dejo…
César, me alegro mucho de tu vuelta!! Qué receta tan rica nos has traído y por la época no te preocupes, yo soy de las que pienso que no hay comidas de verano ni de invierno, sino comidas en general :)
ResponderEliminarAna - La que se avecina en mi cocina
Hola, guapa! Gracias por el comentario!
ResponderEliminarVeo que te has unido a Twitter... En España apenas somos 5.000.000 de chalados, pero te aseguro que hay grandes cocinillas... Es un gustazo... ¡¡¡y lo que se aprende!!!
Besazo!