viernes, 5 de marzo de 2010

Cabrito al horno

Bueno, aquí va una de las recetas publicadas en Forocoches. Mi idea es meterlas aquí todas, así que no es por perrería.

Un asado como mandan los cánones.

Para 2 personas:

- 2 piernas de cabrito (1 ración cada una)
- Unas patatejas
- 4 dientes de ajo
- dos ramas de perejil
- Aceite de oliva (15 centilitros)
- Un pellizco de pimienta
- Una cucharadita de sal
- Un chorrito de coñac


Esto es fácil como el mecanismo de un botijo. Metemos en el accesorio de triturar de la batidora todos los ingredientes (menos las piernas y las patatas, obviamente ). Procuramos que no quede demasiado batido, que no se haga una salsa verde, vaya...

Probamos de sal la salsa verde resultante (que quede bastante salado), y a continuación damos un beso de tornillo a nuestra pareja, por aquello de compartir el regustillo del ajo.

Embadurnamos bien las piernas de cabrito. Cuanto más tiempo se tengan en el mejunje antes de hornear, mejor. Lo ideal es tenerlas tres o cuatro horas antes, o incluso el día anterior.

Ponemos las piernas y las patatas cortadas en rebanadas gruesas en una fuente, y ponemos en la superficie de las patatas más del mismo mejunje de las piernas.

Horneamos durante 50 minutos - 1 hora a 200 grados. A falta de 10 minutos a mí me gusta darle el toque final regando las piernas con un chorro generoso de coñac.

Si queréis un asado más jugoso (aunque estas piernas ya lo son), por ejemplo al hacer cordero en lugar de cabrito, os recomiendo poner en la parte baja del horno un recipiente de barro con agua. De esa forma, el vapor que se desprenda durante el asado dejará mucho más jugosa la carne.

Hala, a disfrutarlo!

2 comentarios:

  1. Cabritoooooo.
    Un asado como este, un buen vino, y que se pare el mundo!

    Ese corte de las patatas me recuerda a mi infancia, en los asados que comía en casa de mi tía, siempre los preparaba así :)

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  2. Un clásico de toda la vida...

    ¿Sabes lo que recuerdo yo? En Cuenca, en las temporadas de veraneo, en la casa del pueblo el horno era una chufa, y era costumbre llevar los asados a la panadería del pueblo para que te los hiciesen. Yo acompañaba a mi madre con un plato de barro de 50 cms de diámetro todos los sábados, allá a las 12 de la mañana, y cuando recogías tu asado, sobre las 14 h., había un verdadero trajín de recipientes de barro entrando y saliendo del horno.
    Unos llevaban cabezas de cordero rodeadas de patatas; otros, grandes pimientos rojos para hacer moje o pisto manchego; otros, dos o tres pollos de corral. Era un verdadero espectáculo. El día que mi madre llevaba pollos, al ir a recogerlos le decía: mami, ¿por qué no dices que nuestra bandeja tenía piernas de cordero de esas tan ricas?

    Los olores eran indescriptibles. Tal vez ahí empezó mi afición a la cocina, quién sabe...

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